Lo que quería destacar es la importancia de aquellas herramientas digitales que permiten a un creador común y corriente, al fondo de la cola, llegar a asomarse al territorio del hit. Hablo de las herramientas que permiten que tu, yo, o el vecino, puedan pegarse el salto. Esos son los trampolines.

Un ejemplo choro es el de Authonomy, una comunidad inaugurada por HarperCollins, clásica casa editorial británica, la cual invita a autores independientes, comunes y corrientes, a postear sus manuscritos de al menos de 10.000 palabras para que los visitantes puedan leerlos online.
Los autores son rankeados según el número de recomendaciones que obtienen de los integrantes de la comunidad (la reputación de los lectores también es tomada en cuenta) y mes a mes, los cinco libros al tope del ranking llegan a las manos del comité editorial de HarperCollins. De ahí a la publicación, un solo paso.

Si bien ejemplos de trampolines digitales abundan, el de Authonomy es particularmente esperanzador. Es que logra demostrar en una industria como la del libro, tan manoseada en esta época de transición de lo análogo a lo dígital, que la verdadera revolución no está en si lees historias en papel o en pantalla...esos son detalles. La verdadera revolución está en que esas historias ahora pueden ser las de cualquiera.
Las de todos.